domingo, 22 de marzo de 2015

El sueño de ser escritor a los 55, volando con los pies en el suelo, a punto de publicar mi primera novela




Reconozco que la realidad está superando mis mejores sueños. Soñar a los quince años, a los veinte, incluso a los treinta, con ser escritor, cantante, actor, lo hace todo el mundo, la realidad es la que impone con el tiempo su criterio y los castillos en el aire se desmoronan y poco a poco vamos renunciando a esos sueños, porque los sueños no se cumplen si no se lucha por ellos y en la mayoría de las ocasiones a pesar de luchar, también se fracasa.
Mis sueños de ser escritor se remontan a mi más tierna infancia, supongo que producto de una gran timidez y una mayor fantasía, mi primo José Antonio, no hace mucho me recordaba que cuando éramos críos y jugábamos en el molino de viento, ya recitaba el Quijote, o lo que fuese.  
Andaba dándole vueltas a como anunciarlo aquí, sin que me acuse nadie piense que se me ha subido nada a la cabeza, ni tampoco que me tachen de humilde, aunque no pueda negar que me siento sensacional de ver que es posible alcanzar los sueños, pero también que es muy difícil que algún día pueda vivir de esto, y más a mi edad. Hoy me he pasado por el blog de mi admirada Marta C. “Relatos de una escribidora” y allí he sentido la fuerza y la inspiración que transmite con sus maravillosos relatos.
 Gracias Marta

Nunca es tarde para tomar un café, nunca es tarde para soñar...



Me duele la cabeza, llevo días dándole vueltas a la publicación de mi primera novela “Los manuscritos de Teresa Panza”, bueno digo yo que ese será el título definitivo, durante el tiempo que estuve escribiéndola tuvo tantos nombres…
Decido tomarme un ibuprufeno, preparar la cafetera y echarme un rato en el sillón para ver si me despejo y continuó con las correcciones de mi primera novela, como suena, mi primera novela.  



Cierro los ojos, sé que estoy durmiendo, soñando/recordando:

 Escucho a mi primera maestra, doña Maruja, contándonos un cuento, nos habla de don Quijote y Sancho,  pero no estoy en la vieja escuela de la calle que sube a la iglesia. Pestañeo,  ya no está la maestra, veo a aquellos chiquillos jugando en el molino de viento de Pinarejo, solo recuerdo a mi primo José Antonio, tal vez porque no hace mucho me recordó que ya por entonces recitaba el Quijote, que no es que dude de su palabra, que algo recuerdo de esos tiempos y sé que mi imaginación ya era mucha, y mi preocupación por los indios que morían en las películas de vaqueros también. Por entonces posiblemente yo lo único que sabía de don Quijote y Sancho era que habían pasado por Pinarejo y que yo utilizando sus nombres dejaba que saliesen por mi boca las tonterías que se me ocurrían, sin pensarlas, de haberlas pensado no las habría dicho.

Noto frío en los pies, recurro a la mantilla de colorines que está en el sofá, me vuelvo a dormir.
 Veo a Paco, a un delgado y escuálido chiquillo de ocho  o nueve años, frente a la librería de la calle Progreso de Sant Antoni de Portmany, miro a las dependientas, hacen como que no me ven, me acerco sigiloso como un león cuando pretende cazar a una gacela. Las dependientas se hacen las distraídas, me leo todas las portadas de Zipi y Zape, de Rompetechos, de Pumby, de Mortadelo y Filemón, el botones Sacarino, …Cuando ya han calculado que me he leído la portada y las contraportadas de todos los tebeos, sale la encargada.

domingo, 15 de marzo de 2015

El Lazarillo prohibido- La segunda parte de Lazarillo de Tormes


A pesar de ser aficionado a los clásicos, hace tan solo unos meses esta segunda parte de mi clásico favorito (El lazarillo de Tormes) no la conocía, conocía el “Lazarillo castigado” de 1573, de López de Velasco, la segunda parte de Juan de Luna, en la que habla con desprecio de esta segunda parte, de la auténtica continuación de El Lazarillo. Sin embargo no conocía esta joya, prohibida por la Inquisición y por diversos gobiernos posteriores. Y la verdad cuando logré encontrarla, su lectura difícil, me ha emocionado como hacía tiempo no me emocionaba un clásico, no he podido resistir la tentación de adaptarla al castellano actual, dejando claro, que siempre la versión original es la mejor, a pesar que en la adaptación resulta más fácil la lectura. Para mí una auténtica joya que merece la pena ser leída y meditada.

miércoles, 4 de marzo de 2015

Añoranzas de una infancia en blanco y negro





Eran tiempos en los cuales las consolas se encontraban en los dormitorios de los padres, los videojuegos no existían ni en las novelas de ciencia ficción, las pantallas, las pocas que existían solían estar en los bares o en las casas de las personas más adineradas de los pueblos y en la clase media de las ciudades,  por supuesto en blanco y negro y tan solo unas horas al día, solo una cadena, que ni tan siquiera se llamaba la primera.
La 2 o UHF, llegaría más tarde, sus emisiones comenzaban con una interminable carta de ajuste y seguían con “El Parte”.  Los chiquillos, los guachos, no la veíamos prácticamente, recuerdo que en mi pueblo, en Pinarejo, algunas veces, en el bar de “El Vivo”, ver el Virginiano, Bonanza y la Ponderosa, o ya más tarde en el bar de Paquillo, los tres Mosqueteros, siempre un poco a hurtadillas, con la vista gorda de los taberneros que nos dejaban ver la tele con alguna que otra pequeña regañina, pero que terminaban dejándonos estar siempre que nos estuviésemos callados sin armar jaleo, eso sí, con miedo a que llegasen
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