jueves, 27 de octubre de 2016

¿Puede convertirse un clásico en súper-ventas o best-seller en Amazon? El milagro de La Celestina-Lectura fácil


Con mis adaptaciones he conseguido acercar dos clásicos imprescindibles al público joven, de eso no me cabe la menor duda. Cuando a mi hija  le mandaron para que leyese El Lazarillo, mi libro favorito junto con El Quijote,  no comprendía que mi hija que le fastidiara tanto leerlo, cuando ya, supuestamente estaba adaptado.

—Esto es un rollo, hay que estar todo el tiempo con el diccionario en la mano, o mirando el pie de página —me decía.

Con catorce años, cuesta a un adolescente leer un clásico con ese lenguaje del siglo de oro, palabras  desaparecidas como acemilero, acémila, aceña, gulilla o galillo, lacerado, luenga, tornar…, les cuesta leerlo, por mucho que en el pie de página explique que acémila es mula, y acemilero, mulero.  Aceña, molino. Gulilla o galillo,  campanilla de la garganta. Lacerado, lastimado. Luenga larga.  Tornar es volver. 

Y así un sinfín de palabras hermosas, pero tristemente desaparecidas. La lectura debe ser un placer, y como tal lo tengo. En las adaptaciones se piensa que debe ser un instrumento únicamente de aprendizaje, que no tiene por qué ser placentero. Tanto en El Lazarillo, como en La Celestina, mi criterio ha sido, en primer lugar, que leer debía ser un acto de placer y en segundo lugar, de aprendizaje. Si lees con placer aprendes más y creas hábito. ¿He prescindido de esas palabras? Por supuesto que no, las he puesto en el pie de página, que al final termine leyéndose igualmente.


Cuando decidí escribir mi novela Los manuscritos de Teresa Panza, al estilo del siglo XVII, tomé conciencia que era imprescindible coger estilo, y la mejor forma, realizando las adaptaciones de La Celestina, El Lazarillo y algunos capítulos del El Quijote, manteniendo su estructura y estilo. Creo que lo logré, al menos así me lo ha dicho muchos profesores, por poner dos ejemplos:
—Un artesano de las palabras, parece como si estuviese leyendo El Quijote —escribió el profesor don Manuel Olmeda Carrasco, en mi blog.
—Los manuscritos de Teresa Panza, ayudan al lector a desear leer El Quijote —Me dijo el catedrático de la Universidad de Puerto Rico, y gran cervantista, don Jaime Flores Flores.
Hecha la adaptación con esos criterios de La Celestina y El Lazarillo, se me paso por la cabeza subir a Amazon El Lazarillo, con un resultado impresionante, en pocos meses pasó a estar nº 1 en ventas de ficción clásica de Amazon. Tarde un año en terminar la adaptación de La Celestina, me costó mucho más. Era tanta la información que tuve que buscar, que una parte decidí incluirla en el  libro, el resultado:  
Nº 1 en ficción clásica
Nº 1 en Guías de estudio y repaso.
Nº 3 en Libros de estudio y repaso.
Nº 365 en todas las categorías de libros de Amazon.
No es un best-seller, es un clásico, y los clásicos se venden muy poco, pero los números son impresionantes, ¿no?

Puedo presumir de haber conseguido que muchos jóvenes lean esas dos obras por placer y al mismo tiempo que aprendan. 
Es el placer de leer una obra clásica como La Celestina, adaptada al castellano actual, sin que por ello pierda su frescura, que además contiene un amplio contenido adicional como:
Más de 160 anotaciones para facilitar el estudio o aclarar conceptos, siendo totalmente prescindibles para realizar la lectura con fluidez.
Relaciones sociales, matrimonio, sexualidad y mancebía en tiempos de La Celestina:
La sociedad del siglo XV, centrada principalmente en el mundo en que se desarrolla la acción:
1) Relaciones sociales.
2) Matrimonio.
3) virginidad y reparación de virgos.
4) Sobre mancebos, mancebas, amantes, mujeres entretenidas, sobrinas, criadas y consentidores y el por qué a las prostitutas se les llama rameras.
5) Métodos anti-conceptivos
Principales aspectos de La Celestina:
Apuntes sobre la obra y los personajes


La adaptación de El Lazarillo y guía de repaso
Por ello, ya estoy trabajando en hacer del Lazarillo, también una guía de estudio.  Decir que mi novela, Los manuscritos de Teresa Panza, es la primera novela escrita en el siglo XXI que ha llegado a entrar en el TOP 100 de ficción clásica de libros Amazon .

El Lazarillo de Tormes—Lectura fácil
La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades, adaptada al castellano actual para que sea fácil su lectura y comprensión, con 145 anotaciones para facilitar el estudio o aclarar conceptos, siendo totalmente prescindibles para realizar la lectura con fluidez.
Curiosidades sobre El Lazarillo y el siglo XVI
La novela picaresca española
Nos adentramos en el siglo XVI para conocer mejor el contexto de la novela
¿Existen dos segundas partes de El Lazarillo o solo una?
Se habla las “dos segundas” del Lazarillo, la publicada en 1555 en Amberes de manera conjunta con La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades, apenas conocida y durante más de trescientos años prohibida en España. También de la “segunda parte”, escrita por Juan de Luna y publicada en París en 1620.
“Padres” del Lazarillo.
Nunca una novela tan corta ha tenido tantos padres, tampoco de ninguna novela se ha escrito tanto buscando quién fue su autor.
La España en el siglo XVI
Un breve repaso histórico sobre el siglo XVI en España, incluyendo:
Sobre el nacimiento de Lázaro de Tormes y Carlos I y la labor de las comadronas.
Relaciones sociales, matrimonio, sexualidad, mancebía y métodos anticonceptivos en el siglo XVI
Esclavitud en España durante este periodo
La Inquisición
Personajes del Lazarillo
Un repaso general sobre los principales personajes de El Lazarillo

domingo, 23 de octubre de 2016

El ¿Milagro? O el secreto de tener cuatro libros en el TOP 100 de Amazon


Hay un anuncio en la televisión sobre un programa de radio de Europa FM, que habla de que nada es por casualidad. Llegar a tener cuatro libros en el TOP 100 de Amazon, tampoco puede ser una casualidad, y que uno de ellos durante el mes de octubre sea el libro más valorado por los compradores de Amazon, de todas las categorías, tampoco puede ser una casualidad, o tal vez sí, “baja de la nube Modesto”.

Durante todo el mes de octubre, mi adaptación al castellano de La Celestina, se ha ido vendiendo más de lo habitual, tanto en versión digital, que desde su publicación ha llevado una línea ascendente, como en libro de papel, que este mes está batiendo todos los récords. 



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Detrás de mi adaptación hay muchas horas de trabajo e investigación, consultas en bibliotecas y en la gran biblioteca que es Internet. Posiblemente no sea la adaptación de La Celestina más completa; pero tal vez, sí la más práctica. Una guía que no se ha limitado a los habituales pies de página, sino que aporta mucho más que el placer de leer una obra clásica como La Celestina, adaptada al castellano actual, sin que por ello pierda su frescura, que además contenga un amplio contenido adicional como:

Más de 160 anotaciones para facilitar el estudio o aclarar conceptos, siendo totalmente prescindibles para realizar la lectura con fluidez.

Relaciones sociales, matrimonio, sexualidad y mancebía en tiempos de La Celestina:

La sociedad del siglo XV, centrada principalmente en el mundo en que se desarrolla la acción:

1) Relaciones sociales.

2) Matrimonio.

3) virginidad y reparación de virgos.

4) Sobre mancebos, mancebas, amantes, mujeres entretenidas, sobrinas, criadas y consentidores y el por qué a las prostitutas se les llama rameras.

5) Métodos anticonceptivos

Principales aspectos de La Celestina:

Apuntes sobre la obra y los personajes




La Celestina el preferido por los lectores de Amazon en todas las categorías

Esto le ha llevado a mi adaptación de La Celestina al número uno en guías de repaso, que junto con mi adaptación de El Lazarillo, son los únicos libros en guías de ficción que se encuentran en esa lista.



Mientras que mi adaptación de ElLazarillo, lectura fácil, desde su publicación hace casi dos años, ha estado ocupando los primeros puestos de Ficción clásica, y mucha veces el número uno, al lado de los mejores clásicos de la historia. Si bien, el mérito principal es sin duda el de su anónimo autor, yo, con mi adaptación he logrado llegar a muchas personas que de otro modo, tal vez no lo habrían leído.  Por desgracia no he logrado mi objetivo por rescatar del ostracismo a una obra clásica tan extraordinaria como La Segunda parte del Lazarillo, edición de Amberes, si bien se vende, es muy poco, a pesar de ir de regalo, junto con la primera parte.  Soy obstinado y quiero que sea conocida esa obra. De momento no lo he logrado.
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Y ahora el más difícil todavía, que una novela escrita entre el siglo XX y el siglo XXI, Los manuscritos de Teresa Panza, entre en el TOP 100 de ficción clásica en Amazon.
Llegando oscilar entre el puesto 17  y el 100, estando la media en el número 22 durante durante más de dos semanas. Con dos excelentes opiniones de cinco estrellas. 
Llegar a estar en el nº 22 de ficción clásica una novela escrita en el siglo XXI no había ocurrido nunca

No es fácil que una novela escrita en el siglo XXI esté entre los clásicos de ficción. Está claro el motivo: se trata de una novela escrita en el siglo XXI, no en el XVI o XVII, aunque sean muchas las personas que me solicitan poder ver los manuscritos originales, incluso profesores e investigadores. Los manuscritos de Teresa Panza, es una obra artesanal. Una profesora de filosofía y letras me dijo que en las 244 páginas de mi novela  había más vocabulario en muchas de 1000, y más filosofía que en algunos manuales de la materia. Es una obra artesanal escrita a la antigua usanza de los siglos XVI y XVII, con lenguaje actual, pero manteniendo la estructura y un rico vocabulario de la época, que imita el castellano del Siglo de Oro español. Espero y deseo que a pesar de no ser un best seller, tampoco lo pretende, se haya escrito para prolongarse en el tiempo, (al menos ese es mi sueño) no en vano, son profesores, e incluso catedráticos, como don Jaime Flores de la Universidad de Puerto Rico-Río Piedras,   quienes mejor la están valorando.




Los manuscritos de Teresa Panza, con excelentes valoraciones de los lectores.



Por último, no solo de clásicos alimento mi espíritu lector y escritor:

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Mi novela Caricias rotas, una novela muy actual, para la que ya me han solicitado ser presentada en actos del 25 de noviembre, 
Día Internacional contra la violencia machista,  se trata de comprometida contra la violencia machista, en muy poco tiempo ha conseguido  excelentes reseñas de lectores en AMAZON.ES, Amazon.com (EE.UU), Google books y la página de Página de Faceook de Caricias rotas .

Quiero disfrutar del momento sabiendo que nunca llegaré a ser un aclamado escritor, que tampoco me darán ningún premio importante. Soy consciente que  el mayor premio es llegar donde he llegado, a pesar de apenas haber ido a la escuela, con once años ya trabajaba y con trece la dejé para trabajar. Para mí, ya es una gran victoria el haber aceptado el reto de escribir sin tener titulación académica, tomando el estudio desde que fui excluido del sistema educativo como una forma de rebeldía contra  injusticia.

El gran fracaso: Mi libro de poemas, Las abarcas del campesino que soñó ser poeta.

No obstante voy a seguir escribiendo poesía, me gusta y disfruto escribiendo, poesía, novela, historia y opinión. Lo hago por placer y compromiso con la sociedad y sobre todo, egoístamente conmigo mismo. Porque soy un desempleado que no cobra ningún tipo de prestación, pero no estoy parado(faltaba más)  Así, que a seguiré dando la tabarra con mis malos poemas y mi narrativa, ya sea de humor, actual, clásica o social.


Ahora solo falta, que como soñé este verano, Los manuscritos de Teresa Panza, se conviertan en película, y Pilar Bardem, tenga un  papel protagonista como Teresa Panza redactando el segundo de los manuscritos.

Paco Arenas

sábado, 22 de octubre de 2016

Mi primer libro pirateado (Las abarcas del campesino que soñó ser poeta)


Hoy me he llevado la sorpresa de ver que uno de mis libros ya está siendo pirateado, precisamente el más humilde de todos: “Las abarcas del campesino que soñó ser poeta”. Lo curioso es que no me ha provocado ninguna reacción adversa. Es cierto que yo quiero vender, necesito vender libros, estoy en el paro y no cobro ni un puto euro. No quiero que me pirateen, más cuando todos mis poemas están de libre disposición para ser leídos cómodamente en mi blog, y además con unos bonitos fotomontajes. Pero no tengo nada que alegar, no todo el mundo, por desgracia, puede permitirse el lujo de gastarse un euro en un libro digital o cinco en uno impreso; aunque sí leerlo gratis en mi blog. Así que no voy a emprender ninguna acción contra esa página que “tan alto honor me hace”. Sin embargo, sí voy a contraatacar, con esos precios, poniendo con el margen mínimo que permite Amazon:




Mis padres, esos campesinos que me quisieron tanto.



Ayer, que para mí fue un día dulce, por todas cosas hermosas que me sucedieron con respecto a mis libros. Estuve hablando con mi hermano Julián. Hablamos de nuestros padres. Los recordamos como se recuerdan a los padres, con ese sabor agridulce de añoranza, tristeza y dulzura que produce el recuerdo de nuestros seres queridos. 

— Madre todavía llegó a vivir algo, pero padre lo único que hizo toda su vida fue trabajar y sufrir. Viendo como todo el esfuerzo no le daba para otra cosa que seguir trabajando.  Una buena parte de la cosecha iba para alimentar las mulas. Trabajando de sol a sol, alimentándose muchos días  con pan, aceitunas... —Me dijo mi hermano.

Y es verdad, mi padre toda su vida, todos los días, se levantaba a las cinco de la mañana y se acostaba cuando las campanadas de la torre daban las doce. Le recuerdo muchos días cenar de pie, con un trozo de pan y un tomate en la mano. Tenía tan poco tiempo, que aprendió a fumar sin las manos,  se liaba el cigarrillo y con permanecía entre sus labios, hasta que el calor de la flama quemaba.  

Fue soldado de una España derrotada y traicionada, y  prisionero de otra España mala madrastra de sus hijos, que mataba a sus hijos de hambre.  Él siempre soñó con escapar de su tutela, soñaba con otra tierra donde lloviese y floreciese la semilla de la libertad.  Siempre decía:

— Vendemos las mulas y nos vamos. Este año será el último. Cuando terminé la vendimia cogemos el portante y nos vamos.
Al principio decía a la República Argentina, después se conformaba con Ibiza. Murió cuando supo que ya no podía relegar la marcha, cuando ya había apalabrado la cosecha de trigo y las mulas. Miraba al horizonte, encendía el cigarro y meneaba la cabeza. Él no quería abandonar aquella tierra de la que era esclavo. No se veía pisando otros suelos, respirando otros aires. Desde el final de la guerra, soñando con marchar y cuando ya estaba decidido… Era tal su apego a la tierra, a sus mulas, a las que hablaba con cariño a su perro, su fiel compañero, a aquella tierra desagradecida.

A pesar de todo, tanto sufrimiento, tenía muchos sueños, y siempre le vi con la sonrisa en los labios. Cuando emprendió su último viaje, yo todavía no había cumplido los ocho años; sin embargo, noto su presencia, su fuerza, tanto como la de mi madre. 

lunes, 10 de octubre de 2016

La Ceramo de Benicalap, por donde pasaron emperatrices de película



Hubo un tiempo en que esta fábrica, La Ceramo, era una joya a la cual todas las personas importantes que llegaban a Valencia querían visitar, por ella pasaron artistas, escritores, esposas de sangrientos dictadores y hasta la misma emperatriz de Austria, Sissi.
De ella salieron ánforas, jarrones y otros vasos alfareros con la técnica llamada de reflejos metálicos, tuvo medallas y galardones de honor en todas cuantas exposiciones se presentó y sus piezas se encuentran en los principales museos del mundo. Todos los edificios emblemáticos de Valencia fueron embellecidos con sus vidriados y reflejos metálicos, como la Estación del Norte, El Mercado Central o el de Colón. A pesar de todo fue a la ruina y quienes deberían haber velado por ella dejaron que se fuese derrumbando poco a poco, ante la desidia y la indiferencia de las autoridades de turno, a pesar de las reivindicaciones ciudadanas.
Ahora por fin, después de tanta desidia, parece que se intenta recuperar para el barrio de Benicalap, su edificio más emblemático; esperemos que no sea demasiado tarde.


La primera reseña de Los manuscritos de Teresa Panza (Hace un año)



La primera reseña o valoración de Los manuscritos de Teresa Panza, fue realizada hace ya más de un año, publicada por Manuel Olmeda Carrasco, maestro jubilado y columnista político de diversos medios. La realizó en dos fases, casi todavía con la tinta caliente, recién salida de la imprenta, justo quince días después de salir la novela a la venta, el 14 de junio de 2015. tres semanas después. Como ya he dicho, ha pasado más de un año, pero como el primer beso, nunca lo olvidaré: 

Manuel Olmeda Carrasco 14 de junio de 2015, 16:43

Señor Arenas:

Soy amigo de una paisana suya, Gloria Bermejo. Estuvo en la presentación de "Los manuscritos de Teresa Panza" y me dejó el volumen dedicado que le compró. A fuerza de sincero, he leído solo unas páginas pero veo un texto ágil; elaborado con grandes recursos, conocimientos y minuciosidad. Pareciera escrito por el propio Cervantes. Cuando termine de leerlo concienzudamente, ratificaré con toda seguridad esta primera sensación.
Yo también soy conquense, algo mayor que usted (en realidad bastante), maestro jubilado y columnista político. He publicado, y publicó, en diversos medios digitales. Asimismo, tengo un blog muy humilde en donde cuelgo todos mis artículos.
Reitero la grata sorpresa que me causó el libro mencionado, con un estilo y maestría muy por encima de autores consagrados. Al menos, desde mi punto de vista y considerando la heterogeneidad de crítica sobre el multitud de manifestaciones, artísticas o no.

Manuel Olmeda Carrasco 8 de julio de 2015, 15:16

Una vez leído el texto completo, me ratifico gratamente en mi primera sensación.  El final de la novela excelente. Destaco, no obstante, su epílogo. Magistral. Digno de un artesano de las letras pero, sobre todo, de un intérprete —a la vez que valedor —extraordinario de los sentimientos humanos.
Ánimo, pues nunca es tarde si la dicha es buena.

Felicidades.

Un abrazo.


Manuel Olmeda Carrasco

domingo, 9 de octubre de 2016

Caricias Rotas, mi segunda novela, ve la luz



No debería ser necesario concienciar a nadie para que todos tuviésemos claro que nadie, absolutamente nadie,  tiene derecho para ejercer la violencia contra otra persona, y menos si a esa persona se supone que la amas. No hubiese querido escribir Aurora cierra los ojos, con el que quedé segundo clasificado en Concurso de relatos contra la violencia machista organizado por Ediciones Hades y el Ajuntament de Terrassa, mucho menos escribir Caricias rotas. Por desgracia todo lo que se haga para concienciar contra esa lacra es poco e insuficiente.


Lamentablemente los actos de violencia contra la mujer, y en ocasiones directa o indirectamente contra los hijos es algo que está sucediendo todos los días. Los maltratadores juegan con ventaja. La ventaja de que a nadie se le pasa por la cabeza que una persona de la que estás enamorada te pueda hacer daño. Saben provocar que la mujer se sienta culpable de las agresiones que recibe, ya sean físicas, verbales o en forma de humillación en el hogar o ante el de la sociedad.  Lamentablemente es un patrón que se repite, mucho más de lo deseable. Para escribir Caricias Rotas,  he leído varios libros, tanto de ficción como profesionales, uno de ellos escrito por Miguel Lorente Acosta: Mi marido me pega lo normal, el cual recomiendo. Es un libro que recoge la psicología del maltratador desde el inicio, aunque hay otros muchos.


Es cierto que la sociedad está cambiando, afortunadamente, pero no es menos cierto que todos los días mueren varias mujeres en el mundo a manos de sus maridos, novios o amantes; e incluso de sus padres o hermanos por cuestiones de “honor de familia”. La mayoría de esos crímenes suelen quedar impunes, por horroroso que nos parezca. En España estamos bastantes concienciados, y a pesar de todo mueren en torno a sesenta mujeres todos los años, y otras sufren silencio las palizas y humillaciones hasta el fin de sus días. No son ñoñas, ni tontas, ni les gusta que les peguen o humillen.  Nadie quiere el “castigo” por aquello que supuestamente “hace mal” o son “culpables”. ¿Entonces por qué no reaccionan? En muchos casos les hacen creer que merecen el castigo por no actuar correctamente siendo merecedoras de ese correctivo; o simplemente tienen miedo o están enamoradas, y como cualquiera de nosotros, no llegan a entender lo que les está pasando. Cuando estas mujeres reaccionan, lo pagan con la vida. Nadie sabe lo que sucede tras las puertas del “dulce hogar”. En ocasiones sí; sin embargo, se consideran  cuestiones que pertenecen a la intimidad de la pareja, “cosas de familia”. 


 Es preciso reaccionar de manera justa, equilibrada y a la vez contundente para ayudar a la mujer y a sus hijos si los hubiera puniendo todos los medios necesarios para auxiliarlas y darles la protección necesaria. Al mismo tiempo  resulta muy importante la labor de prevención por medio de potenciar la educación de la ciudadanía desde la más tierna infancia, en la escuela y en el hogar. Evitar estereotipos televisivos de famoseos, en los cuales tratan a la mujer como ganado, un producto que se expone como una mercancía, que provocan que ciertas actitudes parezcan de lo más normal. Perseguir los micromachismos, y los mensajes publicitarios en los cuales la mujer parece formar parte del producto en venta, ya sea un sofá o uno perfume.


  Cuando decidí escribir esta novela y a documentarme en varias ocasiones tuve que dejar la tarea sin concluir, no podía seguir. Después convocaron el premio contra la violencia machista y la resumí hasta dejarla en un relato de menos de treinta páginas, en segundo lugar. Continuaba pensando que debería aportar algo más, y terminar de escribir ese relato como novela. Como ya he dicho, en varias ocasiones la he dejado de lado, precisamente por lo duro que me resulta y, por no estar al cien por cien seguro de tener la sensibilidad que se debe tener para desarrollar un tema como este, creo que al final lo he conseguido. He procurado que al mismo tiempo de concienciar y entretener sea un grito a le esperanza. Porque se puede salir de ese mundo, hay vida después del trauma que representa una experiencia como esa, que por desgracia sufren muchas mujeres. 

 No he vivido esa experiencia, pero conozco personas que sí. A raíz de salir publicado el relato  Aurora cierra los ojos, algunas mujeres me narraron sus historias.   Caricias rotas es producto de enfrentarme a esos testimonios reales de mujeres maltratadas, de leer libros para documentarme, y de dejar en varias ocasiones la novela inconclusa por lo duro que esos testimonios, que es mucho lo que  cuesta llevarlos a la ficción.  Podría decirse que por su crudeza, he preferido no utilizarlos de momento, no recrearme en algo tan grave. Con Caricias rotas he procurado que por encima de la tragedia se  sepa que hay salida; además de denunciar la violencia machista de manera contundente, que sea un canto a la esperanza y a la felicidad, al derecho a ser feliz de toda persona, de toda mujer.

Paco Arenas

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viernes, 7 de octubre de 2016

Hoy, por fin, Benicalap. Ni más ni menos que Benicalap


El primer lugar en el que pensé llevar a cabo la presentación de mi novela fue en la Biblioteca de Benicalap, en mi barrio de toda la vida. Fue imposible, Valencia es muy grande y las esperas para las presentaciones en la Biblioteca suelen demorarse meses.  La hice en Burjassot, a donde acudieron gentes de Benicalap y más de cien personas abarrotaron la inmensa sala de exposiciones, de 92 sillas, quedó una vacía en honor a mi hija que ese día cumplía veintidós años y estaba realizando un examen en Madrid, decir que a pesar de esas 92 sillas, había más de una docena de personas de pie.

Después he llevado a cabo otras cuatro: dos en La Mancha, en la Trova Manriqueña de Santa María y en Pinarejo, mi pueblo, dónde además fui pregonero de las fiestas, estando previstas dos más en San Clemente y Villarrobledo, otra en Cuenca, y que al final por motivos familiares me resultó imposible realizar. En Valencia realicé otra en Godella y la última en Oropesa del Mar. Hoy toca la más esperada, la de Benicalap. Además muy bien acompañado, ni más ni menos que por la escritora e investigadora histórica Maria Nieves Michavila Gómez, autora de Voces desde el más allá de la historia, el cual, posiblemente, sentará las bases para un estudio en profundidad de algunos enigmas que gracias a ella se podrán llegar a resolver.
Ahora, por fin, en Benicalap.


Sin lugar a dudas hacer la presentación en Benicalap me produce miedo escénico, ver una sala tan inmensa, me gustaría que llena de gente que me conoce y que yo conozco, hace temblar al más pintado. En ningún lugar me como en mi antiguo barrio me conocen tanto. En él he pasado más de la mitad de mi vida; de los cuales casi dieciocho años regentando el Bar Arenas.


Fue en Benicalap donde me planteé seriamente ser escritor, sueños de adolescente y joven que un buen día, cuando creía estar a punto de lograrlo, tras un desengaño, decidió dejar de escribir y dedicarse a servir cervezas, bocadillos, raciones de sepia, bravas calamares, montaditos , morteruelo, salpicón, por supuesto zarajos de Cuenca y un sin fin de comidas. En tantos años los clientes del Bar Arenas se transformaron en mis amigos. Fui el amigo y confidente de muchos de ellos. Podrían salir de esas confidencias mil historias, que como buen sacerdote, jamás he revelado ni revelaré, lo cual no quiere decir que se puedan trasladar al mundo de la ficción.

Lo mejor, esa cantidad de personajes entrañables que pasaron por el Bar Arenas, esos ancianos o no tan ancianos que ya no están con nosotros:


José, aquel muchacho que corría el barrio, algunas veces desnudo y que muchos días pasaba por la mañana a que lo invitásemos al desayuno, o una vez terminadas las comidas a comer un plato de caliente. Otro José, muy joven y lleno de alegría, “La Pelos”, junto con su hermano Federico tenían una fábrica de brochas en la calle Los plátanos (de ahí lo de (La Pelos”), un amigo de él, Santiago. También el Tío Luis, mi paisano de Vara de Rey ¿Cuántas tardes pasamos cascando sin parar? El Maño, siempre con algún chascarrillo en la boca. Mi vecino Emilio, un hombre culto donde los haya, hablábamos de política, de cultura, de un sinfín de cosas, porque tenía tema de conversación y bastante. No me olvido de Juan Cocoví, que llegaba siempre contando algo como si fuese un secreto y normalmente era una broma…


Tampoco quiero olvidarme de personas a las que admiré y no llegaron a pasar nunca por el Bar Arenas: Uixera o Teodoro, compañeros de lucha y de sueños colectivos por un futuro mejor para nuestro barrio y para la sociedad. Porque nuestro barrio fue uno de los barrios más activos social y cultural durante décadas. Fueron los vecinos de Benicalap quienes consiguieron nuestro parque de Benicalap, semáforos, asfaltados…


Sí, Benicalap es mi barrio, será siempre mi barrio, del mismo modo que Pinarejo siempre será mi pueblo, y Sant Antoni de Eivissa, el lugar donde siempre soñé regresar.

Decir, que en Benicalap presentaré la tercera edición de Los manuscritos de Teresa Panza, que no serían lo mismo, de no ser por la inestimable ayuda del profesor don Jaime Flores Flores, catedrático de la Universidad de Puerto Rico-Río Piedras, que ha llevado a cabo una labor impagable, por la cual le estaré eternamente agradecido. Estando convencido de que si don Quijote se reencarnarse sería en la figura de don Jaime Flores Flores.


Fue en Benicalap donde realmente llegué a creer que sería escritor, allá por el, ya lejano año de 1986, cuando participé en el Premio Nadal y mi novela Réquiem por una noche de amor, llegó a estar seleccionada. Nunca llegó a publicarse siquiera, algún día me enfrentaré a ella y la volveré a reescribir, con todo lo que he aprendido y me ha enseñado y está enseñando el profesor Jaime Flores Flores. Tiene miga que a alguien que apenas pisó la escuela, ahora, cuando peina canas, le de clases todo un catedrático de la Universidad de Puerto Rico. 

Gracias, o pese,  a ese fracaso monté el Bar arenas y conocí gente maravillosa, que de otro modo jamás habría conocido.

Hoy, por fin, Benicalap.

¡¡Muchas gracias!!

jueves, 6 de octubre de 2016

Dodotis para el dolor de muelas (Cosas de Benicalap)

 Los más  jóvenes no recordarán que donde ahora hay una frutería, en la esquina Periodista Gil Sumbiela, esquina con Poeta Serrano Clavero,  se ubicó la Farmacia Gómez, que ahora se encuentra en el número 24 de la calle Poeta Serrano Clavero. En aquella botica, junto con el dueño había un hombre muy entrañable y atento, bastante alto y delgado, que bien podría haber actuado de don Quijote. Era un hombre muy sabio, un auténtico boticario de los de antaño, de aquellos que parecían saber todas las propiedades de los medicamentos, de memoria los prospectos, con contra-indicaciones, calidades y cualidades. No recuerdo el nombre.
Hoy, curiosamente he ido al dentista, confirmándose mi temor pretérito para ponerme en las manos de un sacamuelas. De eso se trataba, de sacarme una muela, tarea que parecía imposible y que solo le ha faltado utilizar una maceta y un escapre para sacarla, porque para mí que el martillo neumático sí lo ha usado.
—Nunca me había costado sacar una muela tanto en toda mi vida —ha confesado después de cobrarme, que creo que no tenía mucha seguridad de hacerlo.



Si, ya no estaba yo convencido para ir, desde hoy mucho menos. Creo que me dolerán las dos horas que ha tardado, y no exagero,  que lo que me ha cobrado. Durante varias horas no he podido ni hablar, ni lo que es peor, comer. No menos me fastidiaba el no poder hablar mañana en la presentación de Los manuscritos de Teresa Panza.








Me he ido por los cerros de Úbeda la llana. A lo que iba: estando en aquella farmacia esperando para comprar unas tiritas, le tocó el turno al hijo de un pequeño comerciante que había también en Serrano Clavero, entonces un crío de unos diez años, hoy un hombre casado y con hijos que se acerca a los cuarenta.
—Me ha dicho mi padre que me de dodotis —dijo el chiquillo.
Decir que entonces los pañales se vendían en las farmacias.
— ¿De qué tamaño?—Le preguntó el servicial boticario.
—No lo sé, son para mi padre —respondió el chiquillo.
—Al menos ya sabemos que son para un adulto, aunque también hay tallas…, pesará uno noventa kilos, tamaño extra grande, supongo —comenzó a razonar el farmacéutico.
Yo conocía al chiquillo, conocía al padre, y me extraño que mi amigo, necesitase pañales. Entonces le pregunté al chiquillo.
— ¿Pero tu padre para que necesita dodotis?
—Para el dolor de muelas. Está que rabia.
No es preciso decir, que lo que su padre le había encargado era Nolotil, para el dolor de muelas, y no pañales Dodotis.


©Paco Arenas 

martes, 4 de octubre de 2016

Chupito a chupito, los bomberos en el balcón



Para quien no lo sepa, más de la mitad de mi vida laboral la dediqué a la hostelería y casi dieciocho fui tabernero de mi propio bar en el barrio de Benicalap, el Bar Arenas.  Los taberneros (me gusta ese término tradicional) de barrio suelen ser receptores y emisores de noticias de lo que ocurre a su alrededor, pero sobre todo son una especie de confesores laicos, dispuestos a escuchar y a guardar el secreto de por vida. En su defecto, si lo cuenta, lo lógico es que se atenga a la premisa de:

«Se dice el pecado, pero no el pecador»

 Esta es una de esas muchas historias que me contaron en el Bar Arenas de Benicalap. Una historia para recordar.

 

 

Chupito a chupito, los bomberos en el balcón

La crema de güisqui Baileys se puso de moda en España a principios de los años 90 del pasado siglo. Creo recordar que en al Bar Arenas llegó en la primavera del 91 y fue a raíz de este suceso. Pronto causó furor, sobre todo entre las mujeres. 

Nuestra protagonista, vecina de Benicalap, tuvo la suerte de que en su caja navideña, la empresa en la que trabajaba tuvo a bien regalar junto con los típicos turrones, polvorones, cavas y demás, una botella de Baileys. Hasta ahí todo normal, esa botella la recibieron muchas otras personas sin que a ninguna de ellas le sucediese nada de destacar.  Esta mujer era y, supongo que seguirá siendo, muy jovial que no precisaba de beber para estar de un humor excelente.  Además, no bebía nada de alcohol salvo alguna cerveza con gaseosa, cuando salía a comer fuera, que en su casa solo bebía agua.

La curiosidad, dicen que mató al gato, y eso ocurrió, abrió la caja navideña en el trabajo y se encontró con aquella botella de color marrón que no conocía.

—Esto de Baileys, ¿qué es?

— ¿No lo has probado nunca? —le preguntó una compañera asombrada.

—Pues no. No bebo alcohol —contestó ella con la natural seguridad de quien dice la verdad.

—Mujer, si esto no es alcohol. Esto es como el café con leche, pero mucho más bueno, dónde va a parar. Tú lo metes en la nevera, y después de comer lo pruebas. Verás que cosa tan rica.

—Es como el café con leche, pero con magia — apuntó otra, relamiéndose. Si no te gusta, aquí estoy yo.  

La mujer llegó a su casa a las tres de la tarde harta de trabajar, sin ganas de nada, ocho horas de pie en la cadena, resultaban agotadores; más, después de haberse levantado a las cinco de la mañana. No obstante, metió la botella de Baileys en el congelador para probar ese «café con leche» con magia después de comer algo.

Comió sin ganas, sin calentar siquiera, la comida preparada la noche anterior. Al terminar fue al frigorífico y sacó la botella, llenando medio vaso. Fresquito como estaba, entraba de maravilla.

—Sí que está bueno de verdad. Pero que muy bueno.

Llenó otro medio vaso y se recostó el sofá a descansar un rato, con la intención de ponerse después a realizar las tareas de la casa. Tuvo la mala idea de dejar la botella allí, a su lado.  Puso el televisor para ver la telenovela venezolana que por entonces triunfaba en toda España, «Cristal» y antes de escuchar:

«Señor... Aquí estoy frente a ti, de rodillas, con este secreto tan grande que solo tú conoces»

Llenaba el vaso por tercera vez.

Aquel día «Cristal» estaba más interesante que nunca y nuestra protagonista, no se durmió. Aquello estaba tan bueno, y sí, era como el café con leche, le vendría bien para despejarse y realizar las labores hogareñas después de la telenovela. Tareas domésticas que ni el marido ni los hijos participaban mucho en ellas, y no es que ella trabajase menos que él, o que los hijos fuesen mancos. La botella, chupito a chupito fue menguando hasta, como suele decirse, verle el culo y besarlo. Después de ver «Cristal», tenía mucho más sueño que al llegar del trabajo, y se terminó de tumbarse en el sofá con un poco modorra.

Sus hijos llegaron del Instituto San Roque casi a las seis de la tarde, con ganas de merendar, acompañados de sus novias. No llevaban llaves, tampoco las necesitaban, su madre siempre estaba en casa dispuesta para cuando ellos llegasen. Al medio día comían en casa de los abuelos.  Llamaron desde el portero electrónico y nadie respondió.

—Mamá, habrá ido a comprar —pensaron o dijeron.

 Esperaron un poco y al ver que no llegaba, lo intentaron de nuevo.  Con la despreocupación, propia de la edad, se fueron con sus novias al Bar Arenas a comerse unas patatas bravas.  Su marido llegaba a las siete de la tarde. Solía llevar llaves, pero tampoco ponía mucho cuidado, y ese día se olvidó de cogerlas. Tampoco se preocupaba mucho, porque ella siempre lo esperaba en casa. Llamó dos o tres veces, pero su querida esposa no contestó.

—Habrá ido a comprar. Pues nada, aprovecho para ir a tomarme una cerveza al Bar Arenas…

Y en el Bar Arenas se presentó, donde se encontraba sus dos hijos con sus respectivas novias.

— ¿Qué hacéis aquí? —preguntó extrañado.

—Mamá que se ha ido a comprar…—contestó uno de ellos

— ¿Cuándo? Saléis del San Roque a las cinco, son las siete y cuarto y, no está todavía. Un poco raro, ¿no?

—Falta poco para Navidad, habrá ido a por algo…—la justificó una de las novias.

—Paco, ponme una cerveza y una de morro…—me pidió, y los cinco se sentaron tan tranquilamente.

Tras unas cuantas cervezas, unos zarajos y una ración de sepia a la plancha regresaron para ver si ya estaba la mujer en su casa. Allí no contestaba nadie, por mucho que insistían con sus timbrazos. Regresaron al bar y desde allí llamaron a la madre de la mujer, que por entonces andaba un poco delicada. Entonces no existían los móviles o celulares y en los bares había teléfono público.

—¡Copón! A mí que se vaya a cuidar a la suegra, no me parece mal; pero, sabiendo que ni los chiquillos ni yo tenemos llaves…—protestó mientras marcaba los números de teléfono de la suegra.

Sin embargo, desde el otro lado del hilo telefónico obtuvo la inesperada negativa.

—No, mi hija no ha venido. Ayer me dijo que vendría cuando llegasen los chiquillos del instituto. Pero por aquí no ha venido ni Dios. Habrá ido a comprar —dedujo la buena mujer.

—Pues nada, Paco, pon unas cervezas, unas bravas y una sepia a la plancha, mientras esperamos—pidió el marido encogiéndose de hombros «resignado».

—Pon también otros zarajos y unos pinchos—añadió uno de los hijos.

A las ocho y media, satisfechos que estaban, el padre mandó al hijo más pequeño a ver si su querida esposa estaba ya en casa. Cuando regreso con la negativa, dijo:

—Copón, se habrá puesto de «charreta» con las amigas y se ha olvidado que tiene hijos y marido. En fin, ponnos otras cervezas y una de salpicón, también unos montaditos, y ya cenamos.

A las nueve y media, siendo que era invierno, ya no podía estar comprando. Mandó ahora al otro hijo. Regresó sin resultados. 

—Casi fundo el timbre…

 Entonces el padre, sacó las conclusiones que debería haber sacado antes.

—A esta mujer le ha pasado algo.

Regresaron todos, dando voces. Un vecino les abrió la puerta del portal y subieron por las escaleras sin esperar al ascensor. Aporrearon la puerta, poniendo el oído y escuchando el sonsonete del televisor en marcha. Hasta podían escuchar los goles de «Estudio Estadio» y hasta el gato maullar en la puerta, pero ella sin contestar. Entonces, alarmados, pensaron lo peor y llamaron a los bomberos.

Marieta, que ese nombre le daremos, despertó a las once de la noche, cuando unas parpadeantes luces entraban desde la calle y un golpe seco rompió el cristal del balcón.  Se levantó adormilada sin saber bien dónde estaba ni en qué lugar esconderse. Vio a aquel hombre con escafandra de bombero y un hacha en la mano. Gritó pensando ser víctima de una película de terror y corrió huyendo en dirección contraria al balcón, abriendo la puerta y chocando frente a frente con su marido, que la cogió con los brazos abiertos.   

—Una y no más —comentaría días después.

Faltó a su palabra, se aficionó al Baileys, pero solo una gotilla en el café con leche. Eso sí, desde aquel día, todos los habitantes de la casa, menos el gato, salían por la puerta con las llaves en el bolsillo.

 

Así pasó y así lo cuento.

©Bar Arenas C.B.


©Paco Arenas, autor de «Magdalenas sin azúcar», «Águeda y el secreto de su mano zurda» entre otros libros, disponibles en Amazon y librerías.



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