martes, 11 de julio de 2017

Jornadas manriqueñas de Posada Real de Santa María, uno de los días más emotivos de mi vida

Paz Risueño (Participación Rural Viva) Mi Dulcinea favorita.
Hace dos años justos, durante unas horas viví uno de los momentos más intensos de mi vida, fue mi primera presentación en mi tierra, a cinco kilómetros de Pinarejo, en Santa María del Campo Rus.
Momentos que no hubiesen sido posible si mi Dulcinea favorita, Paz Risueño y la organización cultural que sabiamente dirige: Participación Rural Viva.

 Mi librera favorita, Carmen Herrera, (Librería El Tintero de San Clemente) la más simpática dispensadora de libros de todo el sur de Castilla, y de la Mancha entera, la Pitu, Carmen Herrera.


El patrocinador del evento fue Julián García, el mesonero mayor de Castilla, y el posadero más atrevido de la Mancha, capaz de ir a tierras valencianas y ganar por dos veces el primer premio a la mejor paella valenciana, Julián García García, que es además de excelente cocinero, mesonero, activista cultural, organizador de eventos culturales, como las Jornadas Manriqueña, que ya va por su tercera edición, yo tuve el honor de participar en la primera, ni más ni menos que en La Posada Real de Santa María, para quien se le haya escapado, donde se come la mejor paella de España.

Ese día también conocí a personas que me llegaron al alma, y que tengo el honor de conservar su amistad, como por ejemplo, mi amigo José Manuel Parreño Collado, una de las personas más admirables y generosas que puedes encontrar en esta vida. Recuerdo A Mariano Navarro Rubio, a Jesus Melero Cana, Polín Gómez, María Dolores, a doña Maruja, mi primera maestra, a su hija, Angus Carretero Martínez, a Julián Brox.  A aquellos tres concejales del ayuntamiento de San Clemente, que soy incapaz de recordar, aunque creo que una de ellas era Charo Sevillano, también un chaval joven, y que me perdonen mi mala memoria.

No olvidaré a aquellas dos bellas muchachas universitarias, que, ante la duda, no digo su nombre, que se acercaron con sus libros en la mano y me hicieron por primera vez, una de las dos preguntas que después me han hecho muchas personas.  Me preguntaron por el Vicerrector de la Facultad de Filología, grado de Lengua y Literatura Castellana de Cuenca:

—Estudiamos en Cuenca, y tenemos una duda. ¿En realidad quién es el Vicerrector que sale en el libro?

Me quedé dudando, era la primera vez me preguntaban eso, ante mi turbación por lo inesperado de la pregunta, insistieron:

—Lo hemos buscado en internet, hemos preguntado a compañeros, y nadie conoce a ningún profesor con ese nombre…

Debo decir que en la primera y en la segunda edición el Vicerrector tenía nombre, duendes que siempre hay, en la cuarta volverá a tenerlo, porque además el nombre da juego, sin duda, en la cuarta volverá a tenerlo, el nombre era don Bartolomé López Quesada. Para quienes han leído la novela saben de la mucha importancia del segundo apellido.


Tampoco puedo, ni debo olvidar a mi hermana, mi cuñado y sobrina, y a todos mis paisanos que allí acudieron.  Y que fue la primera vez que salía en un periódico de mi tierra.




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